Cuando generalmente hablamos de “virus” solemos generalizar haciendo referencia a todo tipo de amenazas informáticas, desde los primigenios “virus” como tal hasta las amenazas más complejas como los gusanos, troyanos, software espía e incluso el ransomware. Cada una de las amenazas tiene unas características propias y utiliza distintas técnicas para lograr infectar al usuario, algunas ejecutándose sin que el usuario se dé cuenta a través de, por ejemplo, exploits, y otras engañando al usuario para que sea él quien las ejecute, como, por ejemplo, los conocidos virus de acceso directo.