La pobreza infantil en Pamplona, unos datos “preocupantes”
Un informe elaborado por un equipo de la UPNA para el Ayuntamiento confirma que en el sistema educativo se detectan casos de malnutrición
El informe destaca sus coincidencias con estudios realizados en toda España por Unicef.
El informe destaca sus coincidencias con estudios realizados en toda España por Unicef.
El empobrecimiento de la infancia también se da en Pamplona. Según las conclusiones de una encuesta sobre condiciones de vida realizada por el Instituto de Estadística de Navarra en 2012, la llamada pobreza consistente, que mezcla la privación de ciertos bienes con los ingresos relativamente bajos (que es la cuestión clave en esta cifra), es del 9,3% entre la población infantil en Pamplona.
Ese dato es un 42% mayor que para el conjunto de la población de la capital navarra, que se queda en un 6,5%. La situación, no obstante, es mejor en Pamplona que en el resto de Navarra, una reflexión que, con todo, pone el foco en la pobreza infantil de la comunidad.
Esta información se recoge en el Diagnóstico social de infancia y adolescencia de la ciudad de Pamplona, presentado este lunes en el Ayuntamiento de la capital navarra y que está elaborado por el grupo de investigación Alter de la Universidad Pública de Navarra.
El equipo, por cierto, está encabezado por el sociólogo Miguel Laparra, que ya presentó recientemente otro estudio en el que concluía que 30.000 personas en Navarra sufren pobreza severa, unas conclusiones que fueron criticadas por el Gobierno Foral.
Pamplona contaba en 2014, según los datos del padrón municipal, con 33.559 personas menores de 18 años (y un 15,7% de ellos y ellas ha nacido en el extranjero o tiene otra nacionalidad), lo que supone que hay un menor por cada tres adultos, una cifra que es superior a la de Navarra y a la de todo el país. Y, en este estudio, se considera que la situación de exclusión social es “preocupante” entre la población infantil: en el total de la población, la exclusión social severa era en 2013 de 6,1 por cada 100 casos, mientras que entre los niños y niñas aumenta hasta el 9,2.
En Navarra, por su parte, estas cifras suben respectivamente hasta el 7,5 y el 11,2, según los datos de la Fundación Foessa. Los datos, en cualquier caso, van en la línea de lo detectado en toda España por organismos como Unicef.
Los indicadores clave para llegar a esta conclusión son cuestiones variadas como el hecho de que en sus hogares haya personas en paro y sin formación ocupacional en el último año, que los gastos en la vivienda resulten excesivos o que en casa se hayan dejado de tomar medicinas o de seguir dietas ante la necesidad económica.
Este tipo de conclusiones concuerdan con las alertas lanzadas desde el personal de los centros educativos, y el propio informe recuerda iniciativas como Gosariak para repartir alimentos entre los escolares. Porque, según se recoge en el estudio, prácticamente en todos los colegios se detectan “situaciones de menores con carencias en los almuerzos, la vestimenta, el material escolar…”. No es desnutrición, pero sí malnutrición.
¿Qué otros problemas hay asociados a este tipo de actuaciones? El informe también se hace eco de las actuaciones de la Unidad de Protección y Atención Social de la Policía Municipal de Pamplona, que habitualmente actúa en los casos más graves.
Por ejemplo, hay una veintena de casos anuales de menores implicados en el consumo de estupefacientes, alrededor de seis denuncias al año por consumo de alcohol o tabaco, 16 intervenciones (en 2013) por actos de delincuencia o 25 intervenciones en centros escolares por ejercicio (por casos de acoso, absentismo o hurtos), cifras que, grosso modo, se mantienen estables en los últimos años.
En cuanto a los atendidos en servicios sociales, comparados con las intervenciones en el Programa de Infancia y Familia, el contraste es más llamativo.
Mientras los primeros han seguido una línea descendente (4.625 expedientes abiertos en 2009 frente a los 2.960 de 2013), los segundos han seguido la línea opuesta, también influidos por las competencias que han asumido los equipos dedicados a infancia y familia en las unidades de barrio impulsadas en 2011: se intervino por primer vez en 120 casos en 2009, pero en 2013 fueron 255.
Posibilidades de mejora
Estos son algunos de los datos más destacados de esta radiografía de la vulnerabilidad infantil en la ciudad, que está realizada por encargo del área de Bienestar Social e Igualdad del Ayuntamiento de Pamplona con un doble objetivo: el primer paso era evaluar los problemas y plantear respuestas y, el segundo, y para el que resulta clave este informe, será el diseño de un nuevo Plan de Atención a la Infancia y la Adolescencia, al que ahora se exigen más actuaciones a raíz de la crisis.
El informe, no obstante, también tiene en cuenta la labor que otras áreas fuera del plan realizan con la infancia, como, por ejemplo, en el sistema educativo o el sanitario, porque apuesta por una atención integral.
El informe elaborado por los expertos de la UPNA valora, por ejemplo, los recursos ya dotados en Pamplona al Plan de Atención (el departamento de servicios sociales destina el 11,3% de sus presupuesto a atender a menores; unos 71 euros por menor), que cuente con personal especializado y logre una importante detección de casos de desprotección, pero también destaca las posibilidades de mejora.
Por ejemplo, reduciendo la ratio de menores por profesional (657 por trabajador o trabajadora; en Vitoria, por ejemplo, son 493), aumentado el del equipo de atención a la infancia con dificultad social o mejorando la coordinación entre las diversas áreas.
Estas son unas recomendaciones básicas para atender a esa población infantil que en Pamplona es “escasa y diversa” pero que requiere actuaciones ya para mejorar el futuro de la ciudad.
Garikoitz Montañés
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