Alergia alimentaria, un problema de Salud Pública

En los últimos diez años, los casos de alergia alimentaria se han duplicado y han provocado un aumento de las hospitalizaciones por reacciones alérgicas graves
 
                              
                               Imagen: Gorilla
 
La alergia es un problema de salud pública de proporciones pandémicas que afecta a más de 150 millones de personas en Europa. De todas ellas, la alimentaria figura como una de las alergias más frecuentes con más de 17 millones de europeos afectados.  


 
Además, como es la que mayor prevalencia tiene en niños, se considera un problema de salud pediátrica de gran magnitud en los países occidentales, con grandes repercusiones en el estilo y la calidad de vida de los pacientes.
 
Este artículo se describe qué supone la alergia alimentaria, qué aspectos hay que conocer sobre las reacciones alérgicas graves y cómo actuar ante un evento grave. Además, se apuntan qué alimentos son los que más reacciones alérgicas provocan.
 
Las enfermedades alérgicas pueden limitar las actividades y reducir la calidad de vida de los afectados y de su entorno más cercano. Aparte del propio hecho de sufrir esta afección, quienes las padecen son una carga socioeconómica importante para las familias.
 
Según la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI), uno de cada tres niños europeos tiene una alergia y se espera que la enfermedad afecte a más del 50% de la población europea en solo 10 años. Pero, ¿cuál es la razón de este incremento?
 
La Dra. Victoria Cardona, responsable del Servicio de Alergología del Hospital Vall d'Hebron (Barcelona) y coordinadora del próximo Congreso anual de EAACI 2015, que tendrá lugar el mes de junio en la Ciudad Condal, explica que todas las enfermedades alérgicas han aumentado en número de afectados durante las últimas décadas.

"El sistema inmune, que nos protege frente a infecciones y muchas enfermedades, precisa un 'entrenamiento' mediante el contacto con gérmenes.
 
Se piensa que las condiciones higiénicas actuales, con el uso de antibióticos, antisépticos, etc., afectarían a este proceso.
 
A consecuencia, se alteraría la respuesta inmunológica, de tal manera que se presentarían reacciones frente a sustancias que son inocuas, como sustancias que se inhalan o alimentos.
 
Las últimas investigaciones científicas apuntan que hay un periodo apropiado para introducir los alimentos, entre los cuatro y los seis meses de vida.
 
Es probable que las indicaciones actuales de incluir más tarde algunos alimentos hayan favorecido el desarrollo de alergia", describe.

La alergia alimentaria: una enfermedad grave

En Europa, se estima que más de 17 millones de personas padecen alergia alimentaria. De estas, 3,5 millones tienen menos de dos años, según datos del documento 'Declaración pública sobre la alergia a los alimentos y la anafilaxia' de la EAACI. Y su prevalencia va en aumento, sobre todo, en la población más joven.
 
De hecho, en quienes se han incrementado el número de reacciones alérgicas -que pueden llegar a ser mortales- es en los niños. Los especialistas de esta organización afirman que la alergia alimentaria es la principal causa de anafilaxia en los pequeños de edades entre 0 y 14 años.
 
Se ha detectado que muchas personas se autodiagnostican de alergia alimentaria y siguen estrategias -como evitar determinados alimentos- sin la supervisión del especialista.
 
Esta práctica provoca restricciones innecesarias que pueden causar, por otro lado, deficiencias en el consumo de nutrientes fundamentales. Incluso, a veces, algunos síntomas que se sienten después de comer pueden estar asociados con una patología distinta y poner en peligro la salud de la persona.
Por ello, es necesario consultar con un alergólogo para obtener el diagnóstico correcto y el plan de acción.

Conocer las reacciones alérgicas graves

Cuando se tiene el diagnóstico, la primera medida en aplicar es la evitación del alimento causante y, según el caso, de otros que contengan alérgenos similares. "Por ejemplo, en el caso de la alergia a la leche de vaca, hay que vigilar que los alimentos que se consuman no contengan ningún derivado, y también se debe evitar la leche de otros animales, como la de oveja, hasta que se demuestre que no presenta reacciones a ellas.
 
Esto implica revisar con detenimiento la composición de todos los alimentos manufacturados y analizar de forma minuciosa el etiquetado", expone la especialista. Y, de la misma manera, hay que conocer qué se debe hacer en caso de reacción.
 
Los síntomas, que pueden poner en alerta de que se sufre alergia, surgen a los pocos minutos tras la ingesta o, como máximo, una hora después.
 
Los más frecuentes son los que afectan a la piel. "Por norma general, se produce picor, que puede iniciarse en las plantas de los pies y las palmas de las manos, enrojecimiento o ronchas de urticaria. Sin embargo, entre una y dos personas de cada diez no tienen síntomas cutáneos", especifica la Dra. Cardona.
 
Otros signos pueden ser de tipo digestivo, como náuseas, vómitos y/o dolor abdominal de tipo cólico; respiratorio, como sensación de ahogo, pitidos en el pecho (sibilantes) y/o sensación de hinchazón en la garganta; e, incluso cardiovasculares, como palpitaciones, debilidad, desmayo...
 
En menores pequeños y bebés, "pueden manifestarse síntomas inespecíficos como inquietud, somnolencia, llanto o laxitud. En niños, es frecuente que se produzca un rechazo al alimento causante cuando se le vuelve a ofrecer", especifica la experta.
 
En restaurantes y comedores escolares, la especialista insiste en que se hace imprescindible el conocimiento preciso de los ingredientes de cada elaboración, sobre todo, en lo referente a los alérgenos más habituales, tal como exige la legislación actual.
 
Asimismo, "en caso de estar informados sobre la alergia específica de alguno de los comensales, hay que evitar la contaminación de los alimentos elaborados para la persona alérgica, además de utilizar enseres específicos que no hayan sido usados para otras elaboraciones", puntualiza.

Cómo actuar ante la reacción alérgica grave

La anafilaxia -denominada también reacción anafiláctica o anafilaxia alérgica- describe una reacción alérgica, de inicio y progreso rápido y potencialmente mortal. Según describe la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), este término se emplea en dos situaciones.
 
La primera, cuando surgen, por contacto con el alérgeno, síntomas en dos o más zonas del cuerpo al mismo tiempo: bronquios, laringe, nariz y ojos, piel, aparato digestivo y aparato circulatorio, de intensidad leve a grave.
 
La segunda es cuando, en contacto con el agente, aparecen signos bruscos de intensidad grave, como bajada de tensión, arritmia, pulso débil y desfallecimiento, es decir, lo que se conoce como shock anafiláctico.
 
Muchos especialistas prefieren utilizar el término anafilaxia solo en este último contexto.
 
Las personas que han sufrido alguna vez anafilaxia deberían disponer de adrenalina autoinyectable en todo momento y en cualquier lugar: escuela, casa, centros deportivos, medios de transporte, entre otros.
 
Asimismo, su entorno cercano (padres, abuelos, profesores, entrenadores, cuidadores, amigos...) también debería conocer la sustancia responsable, cómo mantenerla a raya, cuáles son los síntomas y cómo actuar ante una reacción grave, por si el afectado no pudiera tratarse a sí mismo.
 
Los especialistas de la SEICAP recomiendan llevar un distintivo (pulsera o medalla) que lo notifique y, en caso de tratarse de un niño, la escuela debería tener dos dispositivos de adrenalina autoinyectable en un lugar seguro y de fácil accesibilidad, con el nombre, la foto del pequeño y las instrucciones breves de cómo actuar llegado el caso.

Alimentos que más reacciones alérgicas inducen

La EAACI recoge más de 120 alimentos descritos como causantes de alergias alimentarias. No obstante, los que de manera más habitual producen reacciones alérgicas graves son: la leche, el huevo, el cacahuete, los frutos secos, las frutas rosáceas (como manzana, la pera, la cereza, el albaricoque, el melocotón, la ciruela, la nectarina o la fresa, entre otras, que inducen el 70% de todas las reacciones alérgicas a frutas) y algunas verduras. Las alergias al pescado y los mariscos son menos frecuentes aunque bastante graves.
 
En los países que configuran Europa continental, los alimentos que más las provocan en los niños son el huevo, la leche y el cacahuete, y en los adultos, la fruta fresca, el cacahuete, los frutos secos y las verduras. Sin embargo, hay variaciones en cada país.
 
Así, en España, en los menores de cinco años, los alimentos que más originan alergia son las proteínas de la leche y del huevo; en los mayores de cinco años, las frutas frescas (sobre todo las rosáceas, con el melocotón en primer lugar), los frutos secos (la nuez en nuestro país provoca más reacciones que la avellana, a diferencia del centro y norte de Europa) y los crustáceos; y en los adultos, lo que más reacciones induce son las frutas y los mariscos.
 

Etiquetas: adrenalina, alergia, alergólogo, anafilaxia, diagnóstico


Por MONTSE ARBOIX
 

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