Cinco cosas que no debes hacer con tu procesador
El procesador es uno de los elementos más importantes de cualquier ordenador, pero también es uno de los más frágiles y aunque no lo parezca también necesitan cuidados mínimos si queremos se mantengan en buen estado y que aguanten el máximo tiempo posible funcionando sin problemas.
Por ello en este artículo especial repasaremos las claves más importantes para el cuidado de un procesador, aunque hablaremos de ellas desde un enfoque un poco más original, tratándolas como cosas que no debemos hacer, ya que facilitará la comprensión, y acompañaremos además información sobre las posibles consecuencias que pueden producir.
Antes de entrar en materia queremos hacer una aclaración importante, y es que en contra de lo que creen muchos usuarios el paso del tiempo no afecta por sí mismo al rendimiento del procesador, es decir, no reduce su velocidad ni su capacidad de trabajo.
Esto supone, en definitiva, que un procesador Core i5 4690K comprado hace dos años rendirá igual que uno nuevo, siempre desde el punto de vista del paso del tiempo, es decir, sin tener en cuenta otros factores que sí pueden influir.
1-Utilizar el procesador de forma continuada a altas temperaturas
El calor es uno de los grandes enemigos de cualquier componente que tengamos instalado en nuestro PC, pero afecta especialmente a determinados componentes, como el procesador y la GPU, pudiendo llegar a causar daños que pueden ser leves, graves y muy graves.
Entre los daños leves podemos citar por ejemplo degradaciones parciales que impliquen una necesidad de aumentar el voltaje para mantener ciertas frecuencias de trabajo o una menor capacidad de overclock, mientras que los graves implican pérdidas efectivas de rendimiento y los muy graves una rotura total, esto es, que deje de funcionar.
Puede que creamos que utilizar un procesador durante ciertos periodos concretos a temperaturas elevadas no tiene porque tener consecuencias, ya que en cualquier caso bajará su frecuencia o se apagará para evitar daños, pero la realidad es que haciendo eso estaremos jugando a la ruleta rusa.
Si tenemos por ejemplo periodos de buenas temperaturas en invierno pero vivimos en zonas con veranos muy intensos y el procesador las sufre en exceso debemos mejorar su refrigeración, aunque sólo sea necesaria en esa época del año.
¿Y qué temperatura sería normal? Para que os hagáis una idea los procesadores Haswell de Intel deben estar entre los 20 y los 30 grados en reposo, entre 40 y 60 grados en carga y no tener picos de más de 70 grados con carga máxima. Si entramos en los 80 grados debemos empezar a preocuparnos.
2-Forzar demasiado los niveles de overclock
Es normal que cuando nos hacemos con un procesador con multiplicador desbloqueado queramos intentar llevarlo al máximo, pero debemos tener siempre mucho cuidado y no utilizar frecuencias de trabajo que supongan un incremento considerable del voltaje.
También debemos relacionarlo con el punto anterior y vigilar las temperaturas de trabajo el procesador a máxima carga con el nivel de overclock que hayamos fijado, ya que es posible que muestre cifras razonables en reposo y carga pero se dispare a plena carga con picos exagerados y no nos demos cuenta.
Lo ideal es siempre mantenernos por debajo de los máximos estables por aire y controlar las franjas en las que nos movemos, algo que podemos entender mejor con el siguiente ejemplo. Cuando me puse a subir mi Core i5 4690K decidí dejarlo a 4,1 GHz en lugar de ir a por los 4,5 GHz porque implicaba un aumento de voltaje y me ponía en picos de más de 70 grados.
La diferencia de frecuencia es apreciable pero en rendimiento real no noto nada y el procesador se mantiene en máximos de 1,083V y 53 grados con los cuatro núcleos al máximo de carga.
Obviamente si no tenemos cuidado podemos acabar dañando el procesador e incluso dejarlo inutilizado, con todo lo que ello conlleva.
3-No cambiar nunca la pasta térmica
Puede parecer una tontería pero no lo es, de hecho es junto con la limpieza uno de los elementos que mayor impacto tiene en la degradación de rendimiento que puede sufrir un procesador con el paso del tiempo, aunque la misma es reversible siempre que actuemos a tiempo.
La pasta térmica ayuda a disipar el calor acelerando la conducción del mismo y hace contacto entre el IHS (difusor térmico integrado) del procesador y el bloque del disipador, del que salen las tuberías de calor hacia las aletas de aluminio en bloque sobre las que se asientan uno o dos ventiladores, al menos en la mayoría de los sistemas de disipación por aire del mercado.
Con el paso del tiempo ésta va perdiendo propiedades lo que implica que nuestro sistema de disipación cada vez tendrá menos capacidad para lidiar nuestra CPU y que las temperaturas irán aumentando hasta puntos que pueden acabar siendo insostenibles, sobre todo cuando además se acumula polvo en el disipador.
Es recomendable cambiar la pasta térmica una vez al año y no esperar más de dos años para hacerlo.
4-Utilizarlo con sistemas de disipación inadecuados
Es un error que por desgracia es muy común y que sin embargo puede tener consecuencias muy graves. La más habitual es el exceso de temperaturas, ya que muchos usuarios compran CPUs con multiplicador desbloqueado y pretenden hacer overclock utilizando el disipador de referencia.
Otro error que también se ha visto en diversas ocasiones es utilizar soluciones de disipación que no tienen confirmada una compatibilidad total o segura. Esto puede acabar teniendo consecuencias impredecibles, desde la muerte prematura del procesador por exceso de calor al no hacer un buen contacto con el IHS hasta daños físicos en la CPU.
Ya lo vimos en su momento con la última generación de procesadores Intel, que acaban por doblarse cuando se utilizaban de forma conjuntan con ciertos sistemas de disipación debido a la excesiva presión que ejercían éstos.
Asegúrate de que tu procesador funcionará sin problemas con la disipación que piensas implementar.
5-Limpiarlo con materiales inapropiados y sin el debido cuidado
Cuando abrimos un equipo para limpiar el polvo y cambiar la pasta térmica debemos tener mucho cuidado al sacar el sistema de disipación y el procesador, pero también a la hora de limpiar éste y de volver a “pincharlo”.
Lo mejor es sujetarlo por los laterales con firmeza para que no se nos pueda escapar, y rascar suavemente la pasta térmica del IHS con suavidad, utilizando por ejemplo un cepillo de dientes viejo o incluso una tarjeta de plástico que ya no nos sirva.
Nada de aplicar agua ni productos químicos, ya que corremos el riesgo de dañar el procesador, y tampoco debemos apoyarlo ni hacer presión en la zona inferior, ya que la misma concentra los pines que se conectan al socket y se pueden romper fácilmente. Si necesitamos dejar el procesador sobre la mesa lo haremos boca acabo, es decir, con el IHS sobre la misma.
http://www.muycomputer.com/2016/04/cinco-cosas-no-hacer-procesador
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