Tom Attwater es un enfermo terminal, un tumor cerebral no le dejará mucho más tiempo de vida, pero lo utiliza para ayudar a su hija de cinco años, Kelli. La pequeña ya ha superado dos episodios de cáncer, pero es muy probable que sufra una recaída. Este padre coraje no se quiere ir de este mundo sin antes asegurarse de que ha recaudado el dinero suficiente para el tratamiento de su hija, para ayudarle aunque él ya no esté aquí. Tom se despide su hija en esta carta tan personal y entrañable: Querida Kelli, Lo siento, no llegaré a verte crecer tanto como me gustaría. Por favor, no culpes a otras personas o al mundo por esto. La vida está llena de golpes de suerte y los míos se están acabando. Desearía encontrar las palabras que te hiciesen sentir mejor. Desearía no tener cáncer y que no me tuvieses que ver sufrir tanto como lo haces ahora. Desearía que muchas cosas...
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