El asedio de Alepo "Nos hemos acostumbrado a la destrucción"

ONG y Naciones Unidas alertan de que dos millones de civiles atrapados en Alepo viven sin apenas agua, luz y comida en ambas zonas del conflicto sirio
La ONU ha reclamado una tregua de 48 horas para que las organizaciones humanitarias puedan hacer efectiva la entrega de ayuda a la población civil
Barrio de Kalaseh en Alepo, una zona atacada por misiles en agosto de 2014. La foto fue tomada el 1 de septiembre y muestra a un niño bebiendo agua del lugar donde ha caído un misil. Amnesty International (Photo: Mujahid Abu al-Joud) . 
Barrio de Kalaseh en Alepo, una zona atacada por misiles en agosto de 2014. La foto fue tomada el 1 de septiembre y muestra a un niño bebiendo agua del lugar donde ha caído un misil. | FOTO: Amnistía Internacional (Mujahid Abu al-Joud). 
 
Viven con lo puesto y se mueven sin maleta. Los más de dos millones de civiles que han quedado atrapados a ambos lados del conflicto sirio en la ciudad de Alepo sufren hoy más que nunca las consecuencias del asedio y los bombardeos, alertan las ONG.  


La intensificación de los ataques en las últimas semanas ha impedido la entrada de ayuda humanitaria, dejando a familias enteras sin agua, techo y comida.  
 
Faisal (nombre ficticio) tiene 65 años y muchos kilómetros a su espalda. Los que camina cada día para llenar el único bidón de agua del que disponen él y su mujer, atrapados en la zona oeste de la ciudad desde que empezó la guerra siria. "Echo de menos los días en los que podíamos abrir el grifo y salía todo el agua que quisiéramos. Lo primero que pierdes cuando no tienes agua es tu propia dignidad", lamenta.
 
Del otro lado, en la zona este de la ciudad, la situación no mejora. A Dibeh (nombre ficticio) también le pesan las botellas de plástico que rellena en la fuente. "No puedo permitirme comprar un bidón porque gasto lo que tengo en leche y pañales para mi hijo de dos años.
 
Cada vez comemos menos para poder ahorrar un poco, porque aquí todo empeora cada día", explica la joven siria de 27 años en un testimonio recogido por Oxfam. Vive con su marido y sus tres hijos en un sótano compartido con otras dos familias. 
 
La red de tuberías se distribuye a lo largo de todas las líneas del enfrentamiento y abastece de agua a la población, pero los ataques de las últimas semanas han destruido casi por completo el suministro eléctrico, del que depende para poder funcionar.
 
La alternativa de los civiles para conseguir unos litros con los que poder beber, asearse y cocinar la poca comida que tienen, pasa por caminar entre las bombas hasta llegar a los pozos. "Esperamos que las cosas mejoren, pero no tenemos ninguna esperanza", dice Dibeh a la ONG.

48 horas de tregua para hacer efectiva la ayuda

Naciones Unidas reclamó el pasado jueves a ambas partes del conflicto una tregua de 48 horas para hacer efectiva la llegada de ayuda humanitaria a las zonas controladas tanto por las fuerzas gubernamentales en el este, como por los grupos rebeldes, al oeste.

"Ningún convoy humanitario ha podido entrar en el último mes en Alepo, donde dos millones de civiles necesitan recibir ayuda humanitaria vital", dijo el enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, quien recalcó la necesidad de que la pausa en los combates sea de al menos 48 horas.

La ONU rechazaba así tajantemente la propuesta que Rusia hizo la semana anterior, en la que anunciaba una pausa unilateral de tres horas diarias a sus bombardeos sobre Alepo, por considerarla insuficiente. Finalmente, tanto Rusia como las fuerzas opositoras han aceptado apoyar la tregua de dos días de duración, pero "no es suficiente", cree la ONU.

"Cualquier pausa en los combates necesita también incluir claras garantías de seguridad de todas las partes del conflicto", dice el jefe humanitario de Naciones Unidas, Stephen O'Brien.

El hambre amenaza con "un nuevo Madaya"

Oxfam insiste en que parte de la población civil en Alepo, incluidos niños, están pasando hambre, hasta el punto de llegar a peligrar su vida. La gente ya está sufriendo desnutrición aguda en lo que amenaza con convertirse en otro "Madaya " aseguran, haciendo referencia a la localidad siria donde el asedio severo llevó a al menos 86 muertes por inanición el diciembre pasado. 

A la escasez de luz, agua y comida se suma la ausencia de un techo seguro para todos los que han quedado atrapados en medio del conflicto sirio. Entre los esqueletos de los edificios derruidos viven familias enteras amenazadas por los bombardeos constantes.

"Trabajamos para intentar proporcionar viviendas provisionales a esas personas, aunque lamentablemente muchas han acabado también destrozadas en las últimas semanas. Si ahora además no podemos entrar, la ayuda no llega", asegura  Andy Baker, responsable de Oxfam en Siria.
 
Niños en la zona oeste de Alepo cargan con bidones de agua ante la ausencia de suministro que sufre la ciudad | FOTO: Oxfam.  
Niños en la zona oeste de Alepo cargan con bidones de agua ante la ausencia de suministro que sufre la ciudad | FOTO: Oxfam.

La situación también dificulta el trabajo humanitario de quienes consiguieron establecer sus instalaciones en el terreno. "Cada vez quedan menos ambulancias y el deterioro de la atención sanitaria y de la situación de la ciudad es generalizado. En el este de Alepo quedan menos de 40 médicos para atender a toda la población", denuncia Médicos Sin Fronteras.

En las últimas semanas todos sus centros sanitarios han sufrido entre dos y tres bombardeos. "La gente tiene miedo a los hospitales. Los ven como potenciales objetivos", afirma Hussein, doctor de la organización. 

La ayuda a las puertas

El anuncio de la tregua ha sido aplaudido por las principales organizaciones humanitarias que desde hace meses mantienen la ayuda lista a las puertas de la ciudad de Alepo. 

El escepticismo, sin embargo, también está presente. "La tregua es bienvenida, pero tiene que hacerse efectiva. No es la primera vez que se ha incumplido un acuerdo de este tipo", recuerda MSF. 

De aprobarse, las ONG dispondrán de 48 horas para acceder a las zonas más afectadas, descargar la ayuda y volver a salir de la ciudad, todo ello a través de carreteras que en su casi totalidad han sido destrozadas por los bombardeos. "Necesitamos una pausa que sea lo suficientemente larga. 48 horas no es mucho tiempo y no nos permite realizar ninguna actividad de apoyo efectivo", dice Baker. 

Mientras, Amjad (nombre ficticio) conduce su taxi entre las ruinas de Alepo. Vive una y otra vez la misma escena. "Nos hemos acostumbrado a la destrucción, a ver a la gente yendo a por agua y a niños cargando con bidones que pesan más que ellos mismos. Justo cuando crees que la situación va a mejorar, pasa algo nuevo", explica. Al otro lado, la ayuda espera. 

 
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